Adolfo ‘el Fito’ y Antonio ‘el Patillas’: los Guerra que se beneficiaron con el poder de Alfonso
Alfonso Guerra nació en el seno de una familia andaluza de recursos limitados, siendo el undécimo de trece hijos de José Guerra y Ana González. Desde temprana edad, al igual que sus hermanos, tuvo que contribuir al sustento familiar debido a las dificultades económicas del hogar. Guerra alcanzó el cargo de vicepresidente del Gobierno entre 1982 y 1991, consolidándose como una figura de gran influencia dentro del socialismo español, relevancia que en cierta medida mantiene hasta hoy. La semana pasada, ESDiario analizó la trayectoria de su hermano Juan Guerra, cuyo escándalo provocó la renuncia de Alfonso como segundo al mando del Ejecutivo. A partir de este caso, otros miembros de la familia Guerra González adquirieron notoriedad pública.
Adolfo "el Fito": El Benjamín de la Familia
Entre los hermanos de Alfonso Guerra destacó Adolfo "el Fito", el menor de los trece. Por ser de los más pequeños, mantenía un vínculo cercano con Juan y Alfonso. El Fito fue otro de los hermanos del exvicepresidente que se benefició de su posición familiar, según determinó la Justicia. Con una educación básica, similar a la de su hermano mayor Antonio "el Patillas", se dedicaba a la pintura. A través de este oficio conoció al empresario José Garrido, con quien realizó diversas operaciones de carácter especulativo.
Después de un período de inactividad, Adolfo ingresó en el Ayuntamiento de Sevilla tras superar unas oposiciones para inspector de Consumo. Ocupó este cargo durante escasos dos o tres meses, hasta que por decisión interna de los responsables municipales fue ascendido a director de un mercado local sevillano, específicamente el mercado de las Candelarias. Al asumir el puesto, su primer comentario a un amigo fue: "Qué tengo que hacer para llevarme una 'pescá' a mi casa".
Su permanencia en esta responsabilidad fue breve, pues pronto fue promovido a director de la empresa municipal MercaSevilla, que estaba bajo la dirección del alcalde socialista Manuel del Valle y donde el Ayuntamiento controlaba el 51% de las acciones. Para este nombramiento se creó un nuevo puesto: director de Zona de Actividades Complementarias, es decir, iniciativas ajenas a los productos principales de MercaSevilla como frutas, verduras, carnes o pescados. Quedó bajo las órdenes de José Villa Rodríguez, entonces Director General de la empresa municipal y exteniente de alcalde de Sevilla por el Partido Comunista Andaluz.
Villa Rodríguez, lejos de ser ingenuo, decidió rentabilizar unas 25 hectáreas de terreno sin uso, ubicadas en una zona estratégica de las afueras de Sevilla. Según declaró al juez instructor Márquez, "lógicamente" designó a Adolfo Guerra como responsable de sondear el mercado en busca de posibles interesados. Uno de los objetivos principales era construir un hotel, lo que representaba un importante movimiento urbanístico. Precisamente la adjudicación de estos terrenos a la empresa Comasa (Construcción Modular Andaluza), vinculada a su hermano Juan Guerra, fue uno de los factores que lo involucró en el conocido "caso Juan Guerra".
A lo largo de esos años, Adolfo Guerra fue acumulando responsabilidades que en apenas un año lo llevaron al puesto de Director de Mercados. Sin embargo, la caída en desgracia de su hermano Alfonso en el Gobierno afectó profundamente su carrera y nunca recuperó el nivel alcanzado. El benjamín de la saga del exvicepresidente socialista falleció en 2010.
Antonio "el Patillas": El Hermano Mayor
Si hay un hermano peculiar en la familia Guerra, ese fue Antonio Guerra González "el Patillas". A diferencia de sus otros dos hermanos, Antonio era mayor que Alfonso. Era conocido por este apodo en su humilde barrio sevillano de Tiro de Línea. A finales de 1985, tras sufrir un segundo infarto, se vio obligado a abandonar la fábrica de artillería donde había trabajado toda su vida Recetas para Cookeo.
Fue entonces cuando comprendió que debía aprovechar la ventaja de ser el "hermanísimo" del influyente vicepresidente del Gobierno socialista, algo que ya habían hecho sus hermanos Adolfo y Juan, aunque con menos descaro que él.
Antonio, un hombre con escasa formación, se puso a disposición de su hermano Juan para ganar algunas "perrillas". La estirpe nunca se perdía. Así comenzó a actuar como agente comisionista en el matadero de Alcalá de Guadaíra, en Sevilla.
- Los hermanos Guerra obtenían sustanciosas comisiones por estas operaciones
- El empresario Juan Martínez se comprometía a que todos los nuevos empleados fueran militantes del sindicato UGT
- La tarea de Antonio Guerra era supervisar estos contratos - nadie entraba sin su aprobación
- Sin cualificación alguna, se convirtió en el representante de su hermano Juan en el matadero
Tras este primer negocio, Antonio entendió que llevar el apellido Guerra tenía un valor incalculable en aquella época. Posiblemente era lo más valioso que poseía. Inició así su progresión, siempre en ascenso, aunque siempre guiado por su hermano Juan.
Durante el apogeo del guerrismo en el socialismo, Antonio Guerra "el Patillas" estableció contacto con varios intermediarios, principalmente agentes inmobiliarios. Estos le sugirieron que utilizara sus "influencias políticas" para impulsar negocios lucrativos, normalmente a cambio de, como mínimo, un millón de pesetas por "papelito". No "cafelito" como su hermano Juan.
Su personalidad y modales llevaron a que algunos círculos intentaran presentarlo como una persona desequilibrada. La existencia del hermano del vicepresidente del Gobierno siempre estuvo rodeada de rarezas y peculiaridades. Los chistes y las palmas flamencas eran el pasatiempo favorito de un hombre impulsivo, pero astuto cuando se trataba de dinero. Precisamente por estas actividades se le imputó el cobro de elevadas comisiones en un presunto tráfico de influencias, al igual que a su hermano Juan Guerra. El Patillas falleció en 1996, tras ser ingresado en el Área de Urología del hospital Virgen del Rocío de Sevilla.
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Créditos de la imagen http://dbbeebom